domingo, 23 de noviembre de 2014

El futuro de la ciencia para la vida llegará de la mano de la bioimpresión en tres dimensiones

UribeX

Nota: Este artículo ha sido premiado por @Asebio en su concurso #Cienciaparalavida. ¡Gracias!

Una de las cosas de trabajar en el mundo de la Impresión 3D es que no sólo conoces la tecnología más común, la de Fabricación por Filamento Fundido (FFF), sino que también sabes qué es en lo que se está trabajando, qué tipo de tecnologías y técnicas se están usando e investigando para generar objetos impresos, y cuáles van a ser las realmente sorprendentes y disruptivas.

Aunque la más conocida sea esta tecnología FFF (la de filamento fundido) de la que nuestra empresa vecina de la ciudad LEON3D es un claro ejemplo, existen otras. En el caso de esta empresina podemos aprender cómo se puede iniciar un negocio en León con el conocimiento compartido y luego llegar en meses con garantías al público general ofreciendo productos de calidad adaptados a los requerimientos del mercado (y que han evolucionado tanto que el prototipo original nada tiene que ver con lo que se vende porque hay que cumplir estándares que el diseñador aficionado no llega a suplir). Esta tecnología permite a talleres y manitas, ingenieros e inventores crear un producto de la nada y comenzar a venderlo para ir mejorándolo gracias a su capacidad de prototipado rápido y saltar a la gran producción industrial. El concepto es completamente disruptor en sí mismo, ya que con una impresora 3D puedes crear casi de inmediato productos que jamás habrías soñado manufacturar ni podido pagar sus prototipos, pero es que puede mejorar el producto que se tenía desde hace años en la cabeza en pocas horas y a costes más que asequibles para casi todo lo que se requiera.

Tuve la suerte de maravillarme al ver mi primera impresora 3D en agosto de 2011 en FabLab León, un laboratorio de Fabricación Digital patrocinado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts donde mucha gente utiliza las impresoras 3D, junto a máquinas de todo tipo como cortadoras láser y fresadoras controladas numéricamente por ordenador, para crear 'casi' cualquier cosa. Allí pude vislumbrar que el usuario final de estas máquinas de fabricación tridimensional puede usarlas para imprimir cualquier objeto que necesite en todo momento (tiene multitud de diseños gratuitos en la web, con más de lo que uno pudiera imaginar) o incluso descargarse el repuesto de la lavadora en la página web de su marca... lo que supone, en el fondo, un ahorro considerabilísimo en transporte y logística y no digamos ya en combustibles con los tiempos de decrecimiento que vienen. Ya tenemos la primera impresora 3D en el espacio y se prevé que se usen para construir bases lunares o marcianas. Poco parece imposible con esta tecnología.

Es, en suma, tal ruptura con lo que estamos viendo ahora, tal capacidad de ahorro y de definición concreta de lo que realmente nos queremos centrar a producir o incluso no transportar, que el cambio económico que traerán las máquinas que convierten los bits en átomos tendrá grandes repercusiones en las organizaciones económicas humanas. Y no digamos en la imaginación y creatividad.

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